"El Salto Angel"
Jimmie Ángel, piloto norteamericano que dio a conocer universalmente el Salto que hoy
lleva su nombre, "El Salto Angel" había aterrizado en la meseta del Auyantepuy. Era un fangal cubierto de gramíneas, lo que hizo
que el avión se hundiera. Aclaró el día 9 de octubre de 1937 y todo estaba
dispuesto.
El despegue se efectuó sin tropiezos, a las 11 y 20 a.m., llegando a
los 15 minutos a la meseta, la cual sobrevolaron por escasos minutos antes de
proceder al aterrizaje. No podía ocultarse la emoción que embargaba a los
osados presentes ante la gran incógnita de posarse sin dificultades en el
Auyantepuy. Tan dispuesto iba Jimmy a efectuarlo, que una vez alineado el avión
con la supuesta pista y de que el terreno lucía propicio, cortó motor,
magnetos, y todos los switches fueron pasados a off; la suerte estaba echada...
El "Flamingo" dócilmente comenzó a rozar la superficie con sus tres
ruedas -en posición perfecta de un aterrizaje de tres puntos- y dejando una
huella con sus cauchos entre los mogoticos de hierba, pero cada vez más
profundas a medida que crecía la velocidad y las alas perdían su sustentación.
Todos guardaban un elocuente silencio hasta que se oyó una voz. Era la de
Gustavo Heny, quien desde el fondo de la cabina gritaba: Pull-out Jimmy...
pull-out... Coincidió la alerta con un pequeño salto del avión antes de caer en
un terreno más blando aún, y esto trabó su tren delantero y con la inercia
levantó la cola hundiéndose el morro hasta el eje del motor y quedando en esa
posición, como si dijera: Auyantepuy, ante ti me rindo...
Eran las 11 y 45 a.m.
Dentro de la cabina se produjo cierta confusión, pues se rompió el
"cinturón de seguridad" de Gustavo Heny, que era de mecate o cabuya.
Su larga humanidad -1,90 metros- pasó entre Miguel y María, yendo a caer a
horcajadas sobre Jimmy, donde, con el volante y el panel de instrumentos,
quedaron incómodamente trabados. A instancias de Jimmy, María y Miguel saltaron
del avión, mientras él y Gustavo salían -prácticamente gateando- por la
puertecita delantera, pues aunque con poca gasolina, ésta se filtraba por una
de las alas que servía de apoyo al avión en tan incómoda posición.
Afortunadamente no se produjo fuego en el avión, debido a las precauciones
tomadas por Jimmy, y aparte del susto al ocurrir el accidente, los cuatro
pasajeros se encontraban sanos y salvos. Constatando esto, su primera labor fue
enderezar el avión utilizando el mecate que llevaban, lo ataron a la cola y
tiraron de él.
El examen preliminar de la nave reveló la ruptura de una tubería del radiador del aceite del motor y una pequeña abolladura en el ala izquierda, lo cual hubiese sido fácil de reparar. Donde estribaba la mayor dificultad, y que no estaba entre sus posibilidades, era el sacar el avión del atolladero, pues se encontraba asentado sobre el fuselaje con su tren de aterrizaje completamente enterrado en la blanda superficie. Y asi permanecio desde 1937 hasta 1970 en la meseta del Auyantepui
Las FAV lo rescataron en esta fecha, 1970 y lo
expusieron en el Museo Aeronáutico de Maracay, donde lo restauraron y construyeron
una réplica y luego lo devolvieron al Estado Bolívar, en cuya capital permanece
exhibido, en el Aeropuerto Tomas de Heres.